niverso en Las Vegas, en el que la venezolana Marelisa Gibson no obtuvo ni siquiera un lugar entre las 15 semifinalistas, la reina habló por primera vez de su participación y no sólo confesó que su descalificación le produjo mucha tristeza sino que comentó que Osmel Sousa no le ha dirigido la palabra.
"Veía perfectamente a Osmel, a Gionny Straccia, a mi familia y los letreros que decían ‘Tripleta: ¡Vamos, Marelisa!’. Así que lo que más me pegó fue pensar que yo los había desilusionado por no haber entrado entre las 15", declaró la joven de 22 años al diario venezolano El Universal. "No podía ponerme a llorar en la mitad del escenario. Bajé las escaleras y empecé a llorar. Soy muy llorona. Ni siquiera he hablado con Osmel. Pero me he metido en la cabeza que si entraba entre las 15 tenía la posibilidad de ganar... y esa gente [la organización de Miss Universo] no quería nada de eso"
La venezolana afirmó que cuando abandonó el escenario se fue directo a comer chocolates con otras concursantes que no habían clasificado y más de una estaba llena de tristeza.
"Fui al cuartico donde había agua, yoghurt y meriendas. Había hablado con el chef; él sabía que a quienes no entráramos en el cuadro nos tenía que tener chocolates, galletas, brownies... Entramos directo a agarrar galletas, unas llorando a moco tendido".
"Veía perfectamente a Osmel, a Gionny Straccia, a mi familia y los letreros que decían ‘Tripleta: ¡Vamos, Marelisa!’. Así que lo que más me pegó fue pensar que yo los había desilusionado por no haber entrado entre las 15", declaró la joven de 22 años al diario venezolano El Universal. "No podía ponerme a llorar en la mitad del escenario. Bajé las escaleras y empecé a llorar. Soy muy llorona. Ni siquiera he hablado con Osmel. Pero me he metido en la cabeza que si entraba entre las 15 tenía la posibilidad de ganar... y esa gente [la organización de Miss Universo] no quería nada de eso"
La venezolana afirmó que cuando abandonó el escenario se fue directo a comer chocolates con otras concursantes que no habían clasificado y más de una estaba llena de tristeza.
"Fui al cuartico donde había agua, yoghurt y meriendas. Había hablado con el chef; él sabía que a quienes no entráramos en el cuadro nos tenía que tener chocolates, galletas, brownies... Entramos directo a agarrar galletas, unas llorando a moco tendido".
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