Para el rapero Baby Rasta, la experiencia vivida –por segunda ocasión– de sobrevivir a una balacera es una señal de Dios para que le cumpla su promesa de seguir sus caminos.
Wilmer Alicea Currás, su nombre de pila, que fue dado de alta el pasado sábado del Centro Médico de Río Piedras, revela a Primera Hora que “no sé si son cantazos de Dios por la manera que pasó todo, para despertar y dedicarle su tiempo. Yo le debo mucho a Él desde la primera vez (que lo tirotearon en 1997) y desde mi interior sé que a Él le he prometido estar en sus caminos y no le he podido cumplir”.
Siente, asimismo, que “si me mantuvo con vida y pude salir del tiroteo y encontrar a una persona (que no conocía) que me llevara al hospital cuando yo sentía que me iba (que moría), tengo que valorizar lo que Dios hizo”.
El artista -que mide 5’2” y perdió 10 de las 100 libras que pesaba, tiene cita médica de seguimiento el lunes 12 de abril para sacarle radiografías del pecho y descartar que haya líquido en sus pulmones y verificar la sutura- en un tono pausado al hablar por faltarle un poco el aire, manifiesta a Primera Hora que su brazo derecho no fue operado porque la bala sólo le rozó.
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