"The Kids Are All Right": nuevas familias, viejos problemas

Las tramas de parentesco, sean como sean, siguen siendo el principal campo de estudio del ser humano, y Julianne Moore y Annette Bening hacen en "The Kids Are All Right" un sutil y maravilloso alegato de la libertad de unificación -o separación- familiar que opta el domingo a cuatro óscar.

Dirigido y escrito por Lisa Cholodenko, este filme que se estrena ahora en España se ha colado entre las diez candidatas al máximo premio y podría hacer por fin justicia para Annette Bening, pero ante todo es un ejercicio de ingravidez sobre temas de muchísimo peso.

No es la primera vez que el cine retrata la perfección afectiva que puede surgir de personas indudablemente imperfectas. "A Woman Under the Influence", la más radical de ellas, extraía de la locura de Gena Rowlands un brutal instinto maternal.

"Los chicos están bien", en cambio, viene a enfrentarse a las mentes conservadoras con un mensaje que hace ya 2011 años lanzó Jesucristo: "quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra".

De esta enérgica pero fluida y natural manera, Cholodenko crea sus argumentos para sentar a la mesa a sus personajes para una celebración del error humano, de esa inmadurez que no envejece porque es humana.

Todo emerge a raíz de un hecho aparentemente folletinesco: los dos hijos de una pareja lesbiana inician la búsqueda de su padre biológico e intentan introducirlo en su núcleo familiar.

Una rejuvenecida Julianne Moore, la más etérea y abierta de mente, se abre tanto que acaba dándose la vuelta. Una soberbia y a la vez discreta Annette Bening, la más estricta, se pone a la defensiva.

Y el tercero en discordia, el padre encarnado por un titubeantemente brillante Mark Ruffalo, comienza un improbable trabajo de redención: como Bill Murray en "Broken Flowers", aspira a dar sentido a su vida con unos hijos de los que desconocía su existencia.

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